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¿Qué está pasando con las nuevas generaciones?

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Las redes sociales están generando un impacto perjudicial, las personas no solo desarrollan mayor dependencia de la tecnología sino también tienden a aislarse, lo que limita su conexión con la realidad

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Hace un par de semanas vi Adolescencia, la exitosa serie de Netflix, dirigida por Philip Barantini y escrita por Jack Thorne. No profundizaré en su análisis, pues considero que ya hay una gran cobertura mediática al respecto. Sin embargo, me parece una gran oportunidad para reflexionar sobre los errores que estamos cometiendo con las nuevas generaciones.

En un breve resumen, sin arruinar la trama, la serie nos presenta el caso de un feminicidio perpetuado por un joven de trece años. A lo largo de cuatro capítulos de aproximadamente cincuenta minutos, el drama nos sumerge en el contexto que se desenvuelve el chico. El tema, por sí solo es delicado y estremecedor. Es curioso como esta serie ha generado tanta controversia a nivel global, ya que, para muchos ha sido sorprendente el retrato de la crisis generacional, donde convergen la violencia, la falta de valores, la desinformación y los efectos del mundo digital, todos ellos estrechamente interconectados.

Es incómodo enfrentarnos a este tipo de cuestionamientos y como lo he leído en algunas reseñas sobre la serie, el análisis se basa en señalar la responsabilidad únicamente en los padres de familia, pero sería demasiado egocéntrico pensar que nosotros no formamos parte del problema, debemos asumir la culpa como sociedad.

Como docente de nivel media superior, esta serie me hizo reafirmar la idea, de que estamos fallando en la formación de las nuevas generaciones. Al verla, fue inevitable reconocer la falta de empatía de las nuevas generaciones y el aumento alarmante de la violencia, que tristemente vemos a diario en los titulares. Por supuesto que esto es impresionante, indígnate y aterrador, el observar a un adolescente que ejerce violencia extrema como se retrata en la serie.

Sin embargo, no es necesario irnos a la ficción para contrastarlo con los casos de violencia perpetuados por los adolescentes en nuestro país; en los últimos meses, hemos sido testigos de numerosas acciones estremecedoras protagonizadas por adolescentes. Un ejemplo de ello es el caso de Fátima, la joven agredida por sus compañeros en una secundaria de Iztapalapa debido a sus preferencias musicales. Otro caso alarmante es el del docente de 65 años, atacado con un arma blanca por un menor de edad en el Colegio de Ciencias y Humanidades Naucalpan. Estos son solo algunos de los preocupantes incidentes ocurridos en México en lo que va del año.

Es aquí donde deberíamos sostener el análisis y cuestionarnos: ¿Qué está ocurriendo con las nuevas generaciones?; ¿qué está pasando con el sistema?; ¿qué papel está ejerciendo la familia?; ¿qué están fomentando los medios de comunicación?; ¿cuáles son las políticas públicas que están trabajando en el tema?

Según el pedagogo José Antonio Marina (2022), la percepción de los adolescentes como personas frágiles conduce a una educación excesivamente cautelosa, lo que, lejos de protegerlos, puede generarles vulnerabilidad en su vida y ser más propensos a desarrollar una marcada intolerancia a la frustración. Sin límites claros, se pospone su asunción de responsabilidades, reduciendo sus recursos para afrontar las dificultades y, en casos extremos acercándolos al umbral de la patología.

Además, el entorno digital actual atribuye a agudizar esta situación. Las redes sociales emergentes están generando un impacto perjudicial, ya que, al vivir en un mundo interconectado, las personas no solo desarrollan mayor dependencia de la tecnología, sino también tienden a aislarse, lo que limita su conexión con la realidad y reduce la capacidad de empatizar con otras perspectivas.

Vivimos un mundo desaborado por la violencia, por lo que es fundamental comprometernos en la búsqueda de estrategias que promuevan el bienestar de los adolescentes. Para lograrlo, debemos enfocarnos en la salud mental, un pilar esencial para garantizar un futuro mejor. Esto requiere la participación de todos, pues la responsabilidad nos concierne a cada uno de nosotros. Asumámosla y trabajemos juntos para construir una realidad más justa y menos violenta para las nuevas adolescencias.

Publicado originalmente en Ambas Manos.
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Material gráfico
Misael Chirino Durán
Fotografía
Ramón Tecólt González

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